domingo, 5 de abril de 2015

DE BARCELONA; EL DEPÓSITO COMERCIAL


EL LIBERAL, ADOLFO MARSILLACH, 6 NOVIEMBRE 1916

Se ha hecho una táctica política del despertar suspicacias, desconfianzas, temores y recelos por todo lo que nos viene de Madrid; del pedir imposibles para que nos sean, naturalmente, denegados; del refunfuñar por todas las cosas, buenas y malas, y del menospreciar aquello que se nos ha concedido después de pedirlo mucho. Para esta política, mal si se nos atiende y favorece, mal si no se nos escucha y perjudica. Cuando se piden absurdos, se dice ante la negativa; "En Madrid existe el propósito de arruinar a Barcelona"; "toda España está contra nuestra"; "Cataluña no debe esperar nada de sus jurados enemigos", y otras mentiras como éstas. Cuando se nos otorga lo que pedimos, entonces la política de la protesta, del refunfuñeo, del descontento y de la ingratitud sistemática, analiza minuciosamente el valor específico de lo concedido, y de primeras halla que no es gran cosa: aguza su espíritu analítico, y a poco descubre que no vale nada, y si se la apura, dice que nos es perjudicial. Que la concesión se pidiera a voz en cuello, amenazando y cantando "Els Segadors", eso no se tiene en cuenta. Sin embargo, los beneficiados con la gracia o justa disposición siguen disfrutando de sus ventajas.

Ejemplo de lo que decimos es lo ocurrido con la Mancomunidad. Todos recordamos aún cuanto se hizo, cuanto se removió, y cuantos valores y fuerzas se pusieron a contribución por conseguirla. Fue concedida y "La Veu", alborozada, dijo que era el primer paso dado en firme para la reconstitución de la Cataluña anterior a la unidad española. En la "Lliga" se tocó la Marcha de Don Juan II.  Pero esto duró poco. Tan pronto Prat de la Riba toma posesión de la presidencia de la Mancomunidad, la política desdeñosa, cautelosa, reacia a admitir el bien cuando nos viene de Madrid, encuentra que la Mancomunidad no es nada; dice que Madrid engañó y se burló de Cataluña con aquella concesión, y Cambó, fuera y dentro del Parlamento, manifiesta que la Mancomunidad, tal como funciona, es una cosa absurda. Hay quien va mas lejos que Cambó en sus juicios, y no se percata de decir que el hecho de haber Madrid otorgado la Mancomunidad, es una prueba de que ésta no nos conviene. A pesar de las palabras de Cambó, y del reconocimiento, por parte de la "Lliga", de que la Mancomunidad es una cosa absurda, de la que debemos protestar, el Sr Prat de la Riba continúa al frente de ella, cobrando un dineral por presidir cosa absurda. Es lo que antes hemos dicho; se menosprecia una dádiva, pero no se la suelta. Es una táctica política echada al mundo por la "Escola de la Lliga".

Mucho nos tememos que lo ocurrido con la concesión de la Mancomunidad ocurra también con el depósito comercial, otorgado tan ampliamente como se deseaba. Ahora todo son alegrías y felicitaciones. No hay quien se atreva en estos momentos a rechazar la concesión. Pero, o nos equivocamos grandemente, o antes de un año la política del refunfuñeo por sistema nos advertirá que el depósito comercial fue una mala pasada que nos jugó el Gobierno de Romanones; un escarnio hecho a las aspiraciones de Cataluña, y que si no ha resultado un mal negocio, como se deseaba en Madrid, débese pura y exclusivamente a las maravillosas aptitúdes de los catalanes, que hasta sacan provecho de cuanto se legisla o se dispone en contra de ellos. Faltaban dos dias para la publicación de la "Gaceta" del real decreto de 24 de Octubre, y ya un periódico de los que mas han pedido el depósito comercial, siguiendo la política del recelar y de condenar cuanto se nos da, y de poner en grito en el cielo cuando se nos niega, hallaba que eso del depósito comercial es la carabina de Ambrosio, y que tanto daba o montaba que nos lo dieran como que no nos lo dieran. ¡Pero, ay, si no llega a publicarse el real decreto! ¡Hubieramos tenido que oir al periódico que lo desdeñaba!

A la "Lliga", el real decreto del señor Alba le parece bien. Aparentemente, por supuesto. La ira y el despecho lo llevan por dentro. Ellos estallarán. No podía el sr Alba agraviar mas a la "Lliga" que concediendo el depósito comercial. Y lo terrible es que no puede exteriorizar su furia. Al menos, por ahora. Ya se vengará cuando sea. Entretanto, disimula. A la primera ocasión que se le presente herirá, si puede, al ministro de Hacienda, y argucias no le habrán de faltar para demostrar que con el real decreto de 24 de Octubre el Gobierno se propuso perjudicar a Cataluña.
Lo peor del caso es que mientras Barcelona irá engordando con la explotacion del depósito comercial, habrá miles de ciudadanos afectos a la "Lliga Regionalista" que, esclavos de las palabras de ésta e instrumentos de su política falaz, creerán a pies juntillas que el depósito comercial nos fué concedido por aversión a Cataluña y deseos de arruinarla por siempre mas. Será un nuevo triunfo de una táctica política, que nos está haciendo antipáticos y presentándonos ante el resto de los españoles de muy diferente modo de lo que somos.

Adolfo Marsillach

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