martes, 21 de junio de 2016

 DE BARCELONA; LOS CULPABLES



ADOLFO MARSILLACH, EL LIBERAL, 30 DE NOVIEMBRE DE 1911





Con el cierre de la Universidad y del Hospital Clínico se han acabado los motines estudiantiles, aderezados con brownings del requeté. Reina la paz. Barcelona ha recobrado su anormalidad, pues aquí lo consuetudinario, lo normal, lo fijo es el desorden.
El retorno á la anormalidad ha estristecido á los profesionales del motín, á los fabricantes de disturbios públicos. No pensaban esos dignos y amenos caballeros que la pequeña revolución del Hospital Clínico se solucionara tan rápidamente. El menos optimista creía que teníamos tela cortada para rato.
Ahora, á falta de pretexto para excitar los ánimos, y mientras se inventa ó se halla uno á propósito para armarla otra vez, los culpables de la algarada estudiantil se tiran los trastos á la cabeza en averiguación de si aquellos sucesos tuvieron ó no carácter político. "El Progreso" dice que sí, y "El Correo Catalán" y "El Poble Catalá" (de ordinario se encuentran juntos y coinciden estos dos periódicos), afirman que no. Yo, que no estoy ni con unos ni con otros, opino que en esta ocasión de conformidad con "El Progreso". Porque si la política no tuvo arte ni parte en aquellos disturbios, ¿cómo explicarse la excitación de "El Poble Catalá" á los "segadores" contra los radicales; los mueras a Lerroux con que prorrumpían algunos escolares; los silbidos al pie de la Casa del Pueblo, y la intromisión del "requeté" en la refriega del Hospital Clínico? Tan político fué el hecho que se podría asegurar que no hubiera ocurrido nada el sábado pasado en Barcelona si la política no hubiese querido sacar raja del malhalado artículo de doña Rosario de Acuña.
Los nacionalistas, aprovechándose de la publicación de dicho artículo en "El Progreso", esperaban un "esclat de catalanisme" por las calles de Barcelona, con una de "Segadors" que encendiera el pelo. Por esto, "El Poble Catalá" no dirigió su excitación á los estudiantes todos, sino á los "joves que cantan los Segadors". Quería, pues, que la protesta tuviera carácter marcadamente catalanista.
Los carlistas, por su parte, tomaron cartas en el asunto por si se presentaba ocasión de perniquebrar á algunos lerrouxistas é incendiar la Casa del Pueblo, pues por algo disponen del requeté y éste de hermosos brownings, regalados por santos varones.
No se presentó esta ocasión; pero como el requeté no va armado por pura fantasía, á falta de lerrouxistas sobre los cuales hacer fuego, dispararon desde las ventanas del Hospital Clínico sobre la Guardia Civil.
Esto último es lo que se dice por Barcelona, y sobran indicios por sospechar que es verdad. Niéganlo los carlistas; pero tambien negaron la emboscada de San Feliú, comprobada por todo el mundo. Unos y otros se lavan las manos de lo ocurrido, según costumbre, y como los autores materiales y por inducción no serán habidos, continuarán las luchas africanas en esta desgraciada Barcelona, que pretende imponerse á España y no acierta á gobernarse á sí misma.



Anexo: artículo de Rosario de Acuña publicado en el periodico El Progreso 
 http://www.rosariodeacuna.es/obras/articulos/jarca.htm

martes, 7 de junio de 2016

DE BARCELONA; PEDRO COROMINAS





 EL LIBERAL, ADOLFO MARSILLACH, 18 NOVIEMBRE 1911



El "leader" del nacionalismo catalán dejó el cargo que desempeñaba en el Ayuntamiento -retribuído con 10.000 pesetas anuales, más las gratificaciones- por la dirección de "El Poble Catalá". Corominas sentía la nostalgia de la política, y la vida oficinesca, uniforme y gris, no satisfacía su espíritu. La heroica resolución de Corominas fué recibida con aplauso por los suyos, que echaron las campanas al vuelo y se las prometieron muy felices. Al fin tenían un hombre al frente del partido; una personalidad capaz de contender dignamente con Cambó, y hasta de eclipsarlo. Corominas iba á ser la cabeza visible del nacionalismo catalán. Le declararon "leader", y en plena apoteosis de su genio político, le provisionó de la dirección de "El Poble Catalá". Pero al año y medio, Pedro Corominas abandona, hastiado y desengañado, su periódico. ¿Ha fracasado como periodista? No. El autor de "Vida austera" ha escrito muy notables artículos y ha dirigido con singular acierto "El Poble Català". Lo que ha fracasado en Corominas es el político. En este respecto ha tenido monumentales caídas. El diputado por Barcelona es demasiado dogmático y le sobra sinceridad para triunfar en las lides de la política. Esta no quiere criterios cerrados ni hombres ingénuos. Exige espíritus sutiles, ondulantes, flexibles, eclácticos. Nada de eso es el Sr Corominas. Ya nos lo reveló él mismo en cuerto artículo, diciendo que á veces en lo mejor de una polémica, siente impulsos de tirar la pluma y echarse al cuello de su contrincante. Cuando se es asi se ha de renunciar á la política, y mucho mejor se dirige un negociado municipal que un periódico ó un partido. No lo creyó asi el Sr Corominas, y paga ahora las consecuencias de su inexperiencia, de su desconocimiento de la política.  El error más grandes, el fundamental de Corominas, es haber creído que los miles de afiliados al nacionalismo son republicanos anticlericales y un poco socialistas. En esta creencia dió á su periódico y á su partido orientaciones de extrema izquierda que disgustaban á la masa. Cuanto más el "leader" extremaba la nota radical, más se alejaba espiritualmente de los suyos. Corominas no se percató de que su partido es mas nacionalista que republicano; que en él militan muchos conservadores, por no decir reaccionarios; muchos tenderos que estrujan al empleado y que, naturalmente, no están por soluciones favorables al obrero, y no pocos clericales. Corominas no advirtió que el partido nacionalista es un conglomerado de hombres, de ideas políticas y religiosas opuestas entre sí, y que si estos hombres pueden alguna vez estar juntos, es por sus ideales nacionalistas, tan extremados que no se hallan á su satisfacción en la Lliga Regionalista. Hasta á los mismos republicanos nacionalistas lo que menos les importa es la forma de gobierno, como lo prueba el hecho de que nunca se inclinan de lado de la República ni de la libertad, si ello ha de parar en perjuicio de los ideales particularistas. A esa clase de hombres pretendió Corominas entusiarmar con cantos á la República y al librepensamiento. Lo que ellos querían era una acción puramente nacionalista, con estridencias garrulas, mucho ditirambo patriotero y mucho "Segadors". Si Corominas hubiera tomado este camino, habría triunfado. Tomó el opuesto, el racional, y de todas maneras ha fracasado. Pero su fracaso ha sido el de un hombre honrado; el fracaso del que echó á la calle una posición brillante, para dejar pedazos de su piel entre las zarzas de la política; su tranquilidad y su porvenir, además.-