martes, 7 de junio de 2016

DE BARCELONA; PEDRO COROMINAS





 EL LIBERAL, ADOLFO MARSILLACH, 18 NOVIEMBRE 1911



El "leader" del nacionalismo catalán dejó el cargo que desempeñaba en el Ayuntamiento -retribuído con 10.000 pesetas anuales, más las gratificaciones- por la dirección de "El Poble Catalá". Corominas sentía la nostalgia de la política, y la vida oficinesca, uniforme y gris, no satisfacía su espíritu. La heroica resolución de Corominas fué recibida con aplauso por los suyos, que echaron las campanas al vuelo y se las prometieron muy felices. Al fin tenían un hombre al frente del partido; una personalidad capaz de contender dignamente con Cambó, y hasta de eclipsarlo. Corominas iba á ser la cabeza visible del nacionalismo catalán. Le declararon "leader", y en plena apoteosis de su genio político, le provisionó de la dirección de "El Poble Catalá". Pero al año y medio, Pedro Corominas abandona, hastiado y desengañado, su periódico. ¿Ha fracasado como periodista? No. El autor de "Vida austera" ha escrito muy notables artículos y ha dirigido con singular acierto "El Poble Català". Lo que ha fracasado en Corominas es el político. En este respecto ha tenido monumentales caídas. El diputado por Barcelona es demasiado dogmático y le sobra sinceridad para triunfar en las lides de la política. Esta no quiere criterios cerrados ni hombres ingénuos. Exige espíritus sutiles, ondulantes, flexibles, eclácticos. Nada de eso es el Sr Corominas. Ya nos lo reveló él mismo en cuerto artículo, diciendo que á veces en lo mejor de una polémica, siente impulsos de tirar la pluma y echarse al cuello de su contrincante. Cuando se es asi se ha de renunciar á la política, y mucho mejor se dirige un negociado municipal que un periódico ó un partido. No lo creyó asi el Sr Corominas, y paga ahora las consecuencias de su inexperiencia, de su desconocimiento de la política.  El error más grandes, el fundamental de Corominas, es haber creído que los miles de afiliados al nacionalismo son republicanos anticlericales y un poco socialistas. En esta creencia dió á su periódico y á su partido orientaciones de extrema izquierda que disgustaban á la masa. Cuanto más el "leader" extremaba la nota radical, más se alejaba espiritualmente de los suyos. Corominas no se percató de que su partido es mas nacionalista que republicano; que en él militan muchos conservadores, por no decir reaccionarios; muchos tenderos que estrujan al empleado y que, naturalmente, no están por soluciones favorables al obrero, y no pocos clericales. Corominas no advirtió que el partido nacionalista es un conglomerado de hombres, de ideas políticas y religiosas opuestas entre sí, y que si estos hombres pueden alguna vez estar juntos, es por sus ideales nacionalistas, tan extremados que no se hallan á su satisfacción en la Lliga Regionalista. Hasta á los mismos republicanos nacionalistas lo que menos les importa es la forma de gobierno, como lo prueba el hecho de que nunca se inclinan de lado de la República ni de la libertad, si ello ha de parar en perjuicio de los ideales particularistas. A esa clase de hombres pretendió Corominas entusiarmar con cantos á la República y al librepensamiento. Lo que ellos querían era una acción puramente nacionalista, con estridencias garrulas, mucho ditirambo patriotero y mucho "Segadors". Si Corominas hubiera tomado este camino, habría triunfado. Tomó el opuesto, el racional, y de todas maneras ha fracasado. Pero su fracaso ha sido el de un hombre honrado; el fracaso del que echó á la calle una posición brillante, para dejar pedazos de su piel entre las zarzas de la política; su tranquilidad y su porvenir, además.-

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